lunes, 26 de septiembre de 2016

Porque lo dice la Sentencia y...¿quién es esa?

Hoy la antesala estaba llena de familias que esperaban celebrar un juicio de divorcio. Uno de esos juicios  donde un extraño, que ni te conoce ni te ha visto en su vida, va a decidir qué días  puedes estar con tu hijo y qué días no. Ese extraño, decidirá  si en Navidad puede estar, con el niño,  dos, cuatro o seis días y también decidirá en qué años podrás dejar los juguetes debajo del árbol de Navidad (el día de Reyes) para que  cuando tu hijo se levante los encuentre allí, porque ese año “te toca a tí”. Un tercero que no sabe cuánto se han amado dos personas durante mucho tiempo,  va a decidir qué tienen que hacer con todo lo que han construido, va a escuchar un cúmulo de miserias, porque en ese momento nadie recuerda las sonrisas, ni los buenos momentos, miserias que le importan un pepino y a las que no va a dar ni importancia. Un extraño que no tiene ningún interés en saber cómo funcionan sus vidas va a llamar a un sinfín de testigos para que cada uno cuente lo que le venga en gana con el único fin de convencer ( a ese extraño ) de cuánto tiempo tiene que pasar el niño con su progenitor,  y lo más importante: cuánto va a pagar el otro. Todo ello con el fin de que  una de esas dos personas, (que una vez fueron grandes amigos, amantes y consejeros), salga “ganando” y todo ello sin tener en cuenta lo que el niño necesite, dado que lo importante es la “batalla” de los adultos. Pero es más, y para que no se quede en el tintero, el niño viene también a que ese extraño le vea, le pregunte cosas,  el niño tiene que entrar en esa Sala, él sólo, sin que nadie de los  allí presentes sepan quién es quién, ni quién es ese niño, ni qué tristezas arrastra, ni quién es ese Señor de negro sentado en esa mesa tan grande, ni ese otro Señor que se encuentra a su derecha. Señores, extraños, desconocidos, que le preguntan cosas que  en realidad él no entiende pero se encuentra realizando ese esfuerzo de intentar recordar qué es lo que le dijo mamá que tenía que decir si le preguntaban esto o lo que le dijo papá, o si fue la abuela o el abuelo, y el niño allí, dentro de su “acojonamiento” lo único que consigue decir es lo que sabe: la verdad.

Después de todo el espectáculo, finalmente se obtiene una Sentencia en la cual no gana nadie pero una de las partes se siente triunfadora y otra derrotada,  en las sentencias de divorcio con menores de por medio siempre se pierde, y no es ningún progenitor el que lo hace, pero eso no lo ven, porque están tan cegados en ver hasta dónde pueden llegar para “destruir” al otro que se han olvidado de los verdaderos perdedores: los niños. 
Y a partir de este momento viene la frase relámpago para callar cualquier boca: lo dice la Sentencia.  Usted ve a su hijo porque lo dice la Sentencia y no deja que la otra parte esté con su hijo porque lo dice la Sentencia, y aunque el niño quiera o no quiera, se hace lo que dice la Sentencia, porque una Sentencia, en estos casos, es como un Dios que manda por encima de todas las cosas pero en formato papel, y si lo dice la Sentencia, ya se sabe, lo dice la Sentencia, ya se lo he dicho, es porque lo dice la Sentencia, hoy no podrás ver a tu hijo y tal vez, con suerte,  las próximas Navidades la cosa cambie, y sabes ¿por qué? Porque lo dice la Sentencia.

Mientras tanto, en esa antesala, me encuentro con mi cliente. Es un señor con 72 años y su esposa. Ella sufre demencia en la enfermedad de Alzheimer de etiología degenerativa, no recuerda nada, no sabe quién es ese señor que la empuja en su silla de ruedas para que no esté parada (se agobia si está parada, el movimiento la tranquiliza). No dice ni una sola palabra desde hace mucho tiempo. No sabe quién es ese muchacho que le agarra la mano cuando ella realiza un intento en alcanzarle, no sabe quién soy yo. Cuando he llegado he querido presentarme,  le he dicho buenos días pero no me ha respondido. Me ha mirado y me ha sonreído, la he visto en el intento de esa pequeña sonrisa, tenía la mirada perdida, pero al hablarle ha cruzado su mirada con la mía, pero sólo eso, un cruce de mirada simplemente porque en aquel momento me encontraba justo delante del viaje de su mirada desorientada.  Intento explicarle a sus hijos y a su marido cómo funciona el procedimiento, su marido no deja de llevarla en la silla de un lado hacia otro,   ella apenas se fija en nadie, es cómo si observara la nada, está tan bien cuidada, lleva su pelo arreglado, con su permanente en un color dorado, va maquillada, poco, lo justo. Está aseada, lleva una blusa blanca con detalles en negro, lleva puesta una rebeca de hilo, blanca, y en el cuello un pañuelo de seda en color rosa maquillaje. Ella no habla pero su marido entiende perfectamente sus gestos. Sabe cuándo tiene calor, si el pañuelo le agobia, si tiene frío, si quiere quedarse parada y mirar durante unos segundos a sus hijos, es toda una vida juntos (me dice), al final lo sabes todo sin necesidad de palabras.
¿Por qué hay tanta gente? – Me pregunta-. Le digo que hoy es día de divorcios. Él me mira y me sonríe de forma sarcástica: ¿divorcios? .- Sí, le contesto, divorcios, las parejas ya no aguantan lo mismo que antes.  Él asiente con la cabeza y me da una pequeña explicación  (no dejaba de pasear a su mujer por lo que sólo me podía hacer comentarios justo en el momento en el que pasaba por delante de mi):

Es que si la mujer dice que no se ocupa de la casa ella sola y él dice que tampoco, pues no va, si no se ayudan el uno al otro, hoy por ti y mañana por mí, y días malos tenemos todos, hoy te lo aguanto yo y mañana me lo aguantas tú, pero  si hay maltrato, ahí no eh? Ahí cada uno por su lado, que si el respeto ya no se tenía ni de novios, mal vamos, que eso se ve, y se ve de lejos, pero cuando dos personas se quieren no hay maltrato, de ningún tipo. Que te agotas muchas veces, claro que sí! Pero es que eso forma parte del matrimonio, no todo puede ser bonito! El respeto, el respeto es lo más importante. Los hijos demuestran ese amor, ese cariño, ese respeto, por eso vienen al mundo, ay! Si se tienen hijos sólo porque crees que así se van a arreglar las cosas….ahí ya la “has cagao” porque todo lo que viene después es una pesadilla, los hijos hay que tenerlos porque una pareja se quiere, si no ¿qué? ¿aquí? ¿en el juzgado? Y ¿con el niño también? Porque ¿qué explicación tiene que esa criatura esté aquí sentada? (se refiere a un niño de unos 12 años que está sentado justo delante de nosotros y que cada dos por tres un adulto va a decirle algo). Ese niño ahora mismo tendría que estar en el colegio, haciendo sus sumas y sus restas y no aquí.  ¿Qué le van a enseñar a esa criatura? Que cuando tenga un problema con su mujer cada uno por su lado y ya se verán en el Juzgado? Respeto, hay que enseñarles a respetar, a ser humildes, a ayudar, eso sí, pero no eso de venir aquí. En el colegio es dónde tiene que estar, con sus compañeros de clase, y aprendiendo. Y eso de los ordenadores, el “posap” ese o como se diga o el “fasbuc”, todas esas cosas no traen nada bueno, un matrimonio son dos, y luego los hijos, y la familia, y esos son los valores que se tiene que transmitir, el respeto y el amor. En lo bueno y en lo malo.  

Y ahí ya le ha dado justo en la diana: el amor. Los que me conocéis ya sabéis que creo por encima de todas la cosas que el mundo no podrá moverse sin amor.
Le escucho atentamente, y asiento con la cabeza. Creo, firmemente, que tiene toda la razón en todo lo que me dice.  Ahora se ha parado porque le ha sonado el móvil. Su mujer reclama su atención con la mano. Ha notado que está parada y eso le pone nerviosa, Levanta el brazo e intenta levantarse de la silla. Ella no habla, hace tiempo que no habla, es como si estuviera en otro mundo pero físicamente se encuentra aquí. Él se pone delante de ella en el intento de hacerle ver que sigue ahí, que no se ha marchado, ni lo va a hacer. Le coge de la mano con total confianza de que ese gesto la va a tranquilizar.  Cuelga el teléfono y la mira, en ese momento ella le mira a él. Estoy segura de que ella sabía quién era él, le ha mirado a los ojos y le ha mantenido la mirada, no es que sus miradas se hayan cruzado por casualidad,  no, no es eso. Es que ella le ha buscado con la mirada y le ha encontrado. Él le ha sonreído, y le ha preguntado con muchísimo cariño: Qué te pasa?. Se ha acercado a ella y le ha dicho muy bajito: te quiero. Después, ha alzado la cabeza y le ha dejado un beso en la frente, y justo en ese momento y no en cualquier otro, ni antes ni después, sino justo en ese momento, ella ha cerrado los ojos, como si lo estuviera sintiendo, estoy segura que lo ha sentido, estoy segura que ella sabía que ese beso era de él, del amor de su vida, de su marido. Segundos después, los ha vuelto a abrir y le ha sonreído. 

Me gustaría poder seguir contándoles más, pero no puedo, no he podido evitar emocionarme. Imagínense, la antesala llena de familias por sus divorcios y yo pendiente de ese amor duradero, demasiada gente podría verme entre lágrimas, y eso, en mi profesión, no está bien visto, que hace que parezcamos humanos, por eso se lo escribo, para que lo pueda percibir usted mismo, con su imaginación. El amor, no hay duda, por encima de todo.


domingo, 18 de septiembre de 2016

Lo esencial es invisible a los ojos

Cuando era pequeña descubrí un pequeño príncipe que me ha estado acompañando durante todo este tiempo. La primera vez que me lo presentaron fue en clase de Lenguaje, una asignatura que por aquella época dábamos en la EGB. Era un fragmento  que hablaba sobre la amistad. Un niño rubio,  con pelo rizado y vestido como un príncipe hablaba con un zorro. La tarea consistía en hacer una pequeña redacción sobre aquella conversación y el mensaje que aquel fragmento quería transmitir.  Quedé maravillada con aquella imagen, aquel dibujo, por aquel entonces no entendí muy bien el mensaje que escondía aquella pequeña historia, con los años lo entendí perfectamente.
A partir de ese momento empecé a interesarme por ese niño, por “El Principito”. Comencé a comprar aquel libro en cualquier tipo de formato, en francés, en desplegable, acabé realizando una colección formada por sus personajes, sus lecciones, y sus mensajes. Sabía que existía una película basada en dicha obra, una película del año 1974 y además uno de los protagonistas (hace el papel de zorro) era el mismísimo Gene Wilder, fallecido recientemente y al cual admiro en la misma medida. En la película “El Jovencito Frankenstein”, la cual conservo como oro en paño,  me dejó risas más que suficientes para triplicar mis niveles de serotonina. En momentos tristes no necesité ninguna tableta de chocolate, sólo necesité a Gene Wilder.
Lo cierto es que la calidad de aquella película, la del principito en el año 1974, era la de la época, no dejaba de contar la historia de aquel pequeño príncipe, pero siempre fue más deseable el libro, siempre fue mejor que mi imaginación creara los personajes, los momentos y los silencios.
Poco a poco descubrí que no era “única en mi especie” y que existían millones y millones de seguidores de “El Principito”. Eso me dejaba mucho más tranquila, significaba que éramos muchos los que nos hemos convertido en adultos cogidos de la mano de aquel pequeño príncipe, y eso, lo crean o no, es un gran alivio para la sociedad en la que nos desenvolvemos actualmente.  
Ayer, tras una larga semana de trabajo y bajo la insistencia de mi mejor amigo y compañero, paciente donde no los hay y punto fundamental de apoyo en mi vida,  decidí darme un merecido descanso, al menos durante dos horas, acompañada de él  y que mejor que acudir al estreno de la nueva película de “El Principito”, una película basada en tan magnífica obra pero que al mismo tiempo contaba una historia paralela de una madre y su hija.
Quizás a ustedes les parezca absurdo, pero los nervios me invadían, era como una “primera cita” llena de ilusión y de ganas pero sin saber lo que una se va a encontrar en realidad. Tomé asiento, respiré y dije: allá vamos.
He de decirles que estuve llorando desde el minuto uno de la película. En aquel momento en el que escuchaba a alguien contar en voz alta la historia de la boa, el elefante y el sombrero. Tenía aquellas frases totalmente memorizadas en mi cabeza, así que yo las iba diciendo al mismo tiempo que se contaba la historia, y aquello me emocionó. Sentir que todo lo que había estado durante tantos años en mi cabeza, en mi fantasía, como si de un tesoro se tratara, había tomado forma, estaba frente a mis ojos y alguien, en voz alta, decía esas palabras que yo tenía guardadas durante tantos años dentro de mí, asentadas en mi imaginación, no sé cómo describir aquello exactamente. Esa sensación pude disfrutarla en todos y cada uno de los fragmentos adaptados en la película. Ni qué decir tiene cuando apareció en pantalla aquel pequeño niño, con sus rizos y su traje azul, aquel niño que tanto me ha enseñado en la vida y que estoy convencida que sin su lectura jamás habría tenido muchos de los principios que tengo hoy, la emoción me invadía en cada minuto. Aquella sensación era única. Es como cuando has estado preparando un examen, el último de la carrera y el único que sabe el esfuerzo invertido en él es uno mismo, y llegas agotado y exhausto con la esperanza y confianza de que se va a superar, y finalmente se supera y uno llora de emoción o de agotamiento, no se sabe muy bien. Era una sensación parecida, lloraba de emoción y de agotamiento por todo el tiempo que había estado esperando a que aquellas imágenes pudiera percibirlas (también) a través de mis ojos. Estaba enamorada de “El Principito” y  salí enamorada de aquella película.
Las “cosas” de la vida que a uno le resultan hasta curiosas. La historia paralela de la que les hablaba trata de una madre obsesiva y controladora. Dedicada a su trabajo al 100%. Una mujer que lo tiene todo perfectamente organizado y que se ha empeñado en que su hija, con tan solo ocho años, debe de entrar en una de las mejores academias de la localidad, lo que hace que la pequeña tenga controlada las 24 horas del día, en cuanto a tareas se refiere. Tiene sincronizado hasta el tiempo del desayuno.  Lo cierto es que al ver a aquella madre, me vi reflejada. Me dí cuenta que yo también invertía prácticamente el 100% de mi tiempo en el trabajo y que descuidaba lo más importante: mi familia.
Cuánto más me fijaba en la actitud de aquel personaje, más reflejada me sentía y aquello me horrorizaba de forma gigantesca. Me giré hacia mi marido (ya les he comentado que mi marido tiene una paciencia infinita y me acompañó a ver aquella película) y le dije: Cariño, esa soy yo, es horrible. Él me miró y asintió con los ojos como diciendo: lo sé, pero te quiero igual.
Y una vez más queridos lectores, El Principito me dio una nueva lección. No quiero ser “esa madre”, no quiero ser ese tipo de adulto. No lo voy a ser.
No sé si han leído el libro, les aconsejo que si deciden ir a ver la película no lo hagan sin darle una lectura o no terminarán de entender algunas de las imágenes o alguno de los mensajes. Personalmente creo que es una película para adultos, creo que es la película para todos los adultos que conocieron al Principito cuando eran niños y ahora quieren verlo en pantalla, porque desde que lo conocieron no pudieron olvidarlo, creo que es imposible que un niño de 8 años realmente entienda el mensaje de la película, creo que un adulto que no haya leído “El principito” jamás podrá entender verdaderamente ese mensaje, es fundamental tener un conocimiento previo de todos los personajes,  pero también creo que es la película idónea para que un niño de 8 años comience a interesarse sobre el libro y haga que forme parte de su vida, porque, sinceramente, creo que todos los niños deben de llegar a adultos con este libro bajo el brazo.

Estuve llorando durante todo lo que duró la película, lloré cuando apareció el hombre de negocios, los baobabs, el rey, la rosa, cuando el principito decía las frases más conocidas del libro, cuando la madre pareció entender qué era “lo esencial” de la vida, aquella frase que me tocó el alma: “serás un gran adulto”. Esos mensajes que  demuestran que, efectivamente, lo esencial es invisible a los ojos.
No tengo niños, me refiero a tener hijos propios, pero estoy rodeada de ellos, mis sobrin@s, los hij@s de mis amig@s y me resulta muy gracioso cuando alguno de esos "enanos" se suelta una de esas frases que te quedas pensando ¿de dónde habrá sacado eso? Y entonces escuchas a la madre o al padre de la criatura decir: ¿tú te crees las cosas que dice? Es que tiene una memoria, es super- inteligente! Y yo todavía me río más. No, no es eso, lo que pasa es que los niños son mil veces más ingeniosos que los adultos y por eso nos parecen tan sorprendentes, el problema es que cuando nos hacemos adultos se nos olvida ese ingenio, por eso a los padres les parece tan asombroso, porque esos padres, convertidos ahora en adultos, han olvidado el ingenio que ellos tenían cuando eran niños y creen que sus hijos son unos superdotados por tener lo que ellos ya tuvieron pero han olvidado. De ahí que lo importante es no olvidar.
No olviden nunca a ese niño que fueron, y recuerden que lo esencial, lo realmente valioso sólo puede verse con el corazón.


sábado, 17 de septiembre de 2016

Cotillear el Whatsapp de tu pareja es un delito

La intimidad es un derecho reconocido por la Constitución Española como derecho fundamental. Se encuentra reconocida en el artículo 18 de la misma y dice así:
Artículo 18: Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.
Está claro que dicho artículo nada nos dice en cuanto a qué podemos entender por intimidad, pero tampoco es que necesitemos un doctorado para poder entender o dar una pequeña descripción de la misma. Se refiere  a ese ámbito personalísimo del ser humano que únicamente le pertenece a cada individuo y sobre el que tiene plena capacidad de decisión.
Dicho derecho fundamental está penalmente castigado para el caso de vulneración. Así el Código Penal Español recoge dentro del Título X, correspondiente a los delitos contra la intimidad, el derecho a la propia imagen y la inviolabilidad del domicilio, el delito de descubrimiento y revelación de secretos del artículo 197 y además este precepto fue modificado por L.O 1/2015, de 30 de marzo por la que se modifica la L.O 10/1995 del Código Penal, incluyéndose los artículos 197 bis, 197 ter, 197 quater y 197 quinquies, con entrada en vigor desde el 1 de julio de 2015.

La principal novedad en la reforma del artículo 197 se encuentra en su apartado 7, donde se tipifica como delito la divulgación no autorizada de grabaciones o imágenes íntimas obtenidas con el consentimiento de la víctima, pero luego divulgadas sin que ésta lo sepa, cuando afecten gravemente a su intimidad.

Después, de poneros en antecedentes el marco normativo referido a la intimidad, aquí llega la pregunta del millón: ¿Que conductas podrían vulnerar el derecho a la intimidad de las personas?

Voy a hacer un pequeño resumen de lo que podría meternos en un gran problema si nos pasamos de listos. Comencemos.

Acceder al correo electrónico de la pareja o de cualquier otra persona sin su consentimiento, no sólo supone un descubrimiento de sus secretos, sino también una vulneración de su derecho al secreto de sus comunicaciones. No lo digo yo, lo dicen varias Sentencias de nuestro Tribunales, debemos de tener en cuenta que no “cualquier” acceso al correo electrónico de nuestra pareja vulnera el derecho al secreto de sus comunicaciones, pero si usted decide acceder a dicho correo para obtener una información que usará en contra de su pareja ya le digo que tiene todas las papeletas para que le inicien un procedimiento penal, y si además va difundiendo esa información por ahí, apaga y vámonos. Yo creo que lo mejor será que si usted necesita acceder al correo de su pareja para intentar “pillarle” igual es que su relación no va bien y lo mejor es que busque otro tipo de “solución”. ¿Se lo ha planteado? 

Al igual que en el caso planteado anteriormente, el acceso a los mensajes de Whatsapp sin el consentimiento del titular del terminal móvil podría constituir una vulneración de su intimidad y por tanto, un delito de descubrimiento y revelación de secretos. Y aquí les informe exactamente de lo mismo que en el caso anterior. Usted no puede esperar a que su pareja esté desprevenido para cogerle el móvil y ponerse a “cotillear” a ver si encuentra algo (lleve cuidado porque yo soy de la opinión de que “el que busca, encuentra”) porque eso, aunque lo crea o no, es un delito, y ya no por lo que usted encuentre sobre su pareja, (que también), si no por lo que puede encontrar de un tercero. Imagino que nada tengo que decir en cuanto a cotillear los mensajes de un tercero sin su autorización, que para el caso viene a ser lo mismo. Insisto, si usted se encuentra en ese punto dónde necesita cotillear el móvil de su pareja debo decirle algo:  Su relación no va bien.

En  octubre de 2014, condenaron a un hombre en Girona a 2 años de prisión por descargar un archivo del correo electrónico del móvil de su pareja. El archivo en sí era una fotografía de su esposa con otro hombre. El marido estaba tratando de recopilar pruebas para demostrar que su esposa tenía una aventura en el juicio del divorcio.  En este caso, el parentesco se consideró un agravante.
En mayo del 2015, se condenó a 1 año de cárcel y 1.000 € de multa a una mujer que espió el móvil de su marido. La pareja ya estaba en trámites de divorcio cuando, en un antiguo terminal del esposo, la acusada encontró mensajes comprometedores con otra mujer. En este caso no fue el marido el que interpuso una querella criminal, sino que fue la "pareja" en aquel momento del marido, la que interpuso una querella por invasión de la intimidad.

En el 2013, un estudiante fue condenado a 1 año y 9 meses de prisión por acosar a su expareja: Le había enviado más de 2.000 mensajes por WhatsApp en el plazo de un mes.

En julio de 2015, concretamente en la localidad de Elche, un joven de 21 años fue condenado a 1 años de prisión por quitarle el móvil a su pareja sentimental y acceder a los mensajes de whatsapp. 

En varios medios de comunicación, en mayo de 2015 se pudo leer que el Juzgado de lo Penal Nº 3 de Jaén había condenado  a una mujer a un año de cárcel y al pago de una multa de 1.080 euros como autora de un delito de descubrimiento y revelación de secretos previsto  y penado en el artículo 197 del Código Penal por acceder a través del móvil de su marido a conversaciones íntimas que éste había mantenido con una vecina. Es doloroso que a uno le sean infiel pero no hay ningún artículo en el código penal que castigue a "los infieles" así que no tiene que demostrar que su pareja lo ha sido, lo que tiene que hacer es mandar a freir espárragos a esa pareja que ya se sabe que la venganza nunca es buena y encima de "cornuda apaleá" .
Chema Alonso, (lo podéis buscar por internet) uno de los hackers más mediáticos, le llueven las ofertas (muchas remuneradas) para invadir la intimidad de terceros a través de sus teléfonos y ordenadores. “El número de peticiones que recibo es altísimo. Cerré el Facebook porque me machacaban con mensajes privados. Miles de personas me pedían de todo: espiar móviles, redes sociales. Una mujer de Madrid me llamó hace años para que espiase al novio de su hija. Me negué y luego me contó que había contratado a un ciberdelincuente extranjero y le había alquilado un piso frente al chico al que quería vigilar. Hacerlo es muy fácil. Por siete u ocho euros al mes uno puede conseguir un virus troyano. El que lo instala es el que comete el delito”, asegura este experto en seguridad informática que lleva años denunciando estas prácticas e incluso ha establecido una clasificación con los encargos más rocambolescos. Como la curiosidad me podía, lo busqué por google y encontré algo así como “las 10 cosas más raras que me han pedido que haga”. De verdad, con la lectura de aquello uno se da cuenta de que las cabezas andan muy mal y que en realidad la gente no es consciente de que determinadas prácticas constituyen un  claro delito.

El que mediante la utilización de artificios o instrumentos técnicos, y sin estar debidamente autorizado, intercepte transmisiones no públicas de datos informáticos que se produzcan desde, hacia o dentro de un sistema de información, incluidas las emisiones electromagnéticas de los mismos, será castigado con una pena de prisión de tres meses a dos años o multa de tres a doce meses.

En este caso me viene a la cabeza un procedimiento en que la pareja de mi cliente, a través de una aplicación, había conseguido entrar en el móvil (de mi cliente) y era capaz de leer todos los mensajes, escuchar todas las conversaciones, visualizar todas las fotos, vídeos que recibía, todo. Era totalmente escalofriante, pararse a pensar que efectivamente cabe la posibilidad de tener conocimiento de todo lo que uno hace cada segundo es como sentirse desnudo en medio de la calle. Ojo, porque la pena no es pequeña si te pillan usando este tipo de aplicaciones.

Espero que esta información sirva para que las personas sean conscientes  de que no se puede andar por la vida invadiendo la intimidad de los demás como si nada, así que les dejo otro consejo: Vivan y dejen vivir



viernes, 2 de septiembre de 2016

Teatrisso: De ser uva a convertirse en un buen vino

Todo empezó con la idea de un  viaje  especial, odio  el avión  por lo  que puesta  a elegir  opté por  el coche, no me importaba los kilómetros lo fundamental era que no tuviéramos que  subir a uno de esos pájaros metálicos para trasladarnos, los odio con toda mi alma. Dicho y hecho.  Organizamos una ruta de doce días por todo el norte de   España, yo no había   estado nunca,  así que el  trayecto me pareció de lo más fascinante teniendo en cuenta que soy de la opinión de que España es grandiosamente hermosa, llena  de ciento de lugares donde  perderse y dejar que  toda su belleza  se quede perenne en mi retina sin necesidad de irse a lugares lejanos cuando, uno, todavía no se conoce su propia tierra. 

Y así fue, ya al principio de la aventura me impregné de gran belleza. Olite, un pueblo de Navarra del que quedé totalmente encantada, los paisajes de su alrededor, el aire que se respira.... He viajado mucho. Me gusta España, me gusta viajar por sus lugares, conocer su gente, sus costumbres, si hubo algo de lo que quedé totalmente asombrada y sin duda alguna, fue de la Sagrada Familia. No es que me llamara la atención vista desde fuera, al final, de haberla visto tantas veces a través de fotografías, documentales, estudios, etc, verla por fuera no me pareció impresionante, o al menos mientras hacía cola para entrar, sin embargo, una vez dentro quedé totalmente maravillada, fue esa sensación de belleza, sí, esa es la palabra, me pareció una belleza real, algo tan hermoso, tan digno de contemplar. En aquel momento construí un concepto de belleza personalizado, un concepto que (creo) todos tenemos y que descubrimos justo en el momento en el que nos cruzamos con ella, con "esa belleza", una belleza que hasta la fecha no hubo otro tipo de maravilla que me hubiera dejado prendada de ella, y recuerden, he dicho: hasta la fecha. 

Pero no crean que mi viaje quedó aquí, no, no , ni mucho menos, todavía me quedan un montón de lugares que describir, y hoy, no es que haya decidido volcar estas palabras para hablarles de Olite, o de algún otro pueblo de la zona, tal vez otro día, pero hoy no. Hoy, en realidad, quiero hablarles de “Teatrisso”, un lugar con alma de belleza,  localizado en Cuzcurrita del Rio Tirón (La Rioja), un lugar que me enamora cada minuto que paso en él, un lugar, que usted debe de visitar  si se encuentra por España, y como poco, una vez en su vida.

Teatrisso es una hospedería. Se encuentra en el centro de un pueblo con un encanto maravilloso, lleno de verde, de aire puro, atravesado por un río que mantiene un antiguo lavadero, al pie del mismo, donde las mujeres del pueblo acudían a lavar la ropa, con sus típicas casas “de pueblo” como decimos los que no nos hemos críado en ellas y nos hubiera gustado, con su ermita, con esos cementerios amurallados y verdes, con su castillo, con su plaza, con su todo. Un pueblo donde, seguramente,  los niños (de ahora) crezcan sin un móvil en la mano , dónde su gente  les enseñe lo verdaderamente importante, lo real, lo necesario para subsistir, lo que viene a será nada más y nada menos que: la vida.
He de reconocer que cuando paramos con el coche en la puerta de Teatrisso no me pareció más que una casa antigua, típica, de pueblo, como muchas otras en las que habíamos estado y hospedado, una de esas casas  que había mantenido esas grandes piedras que la caracterizan, pero nada más impresionante. Sin embargo, cuando entré, me quedé con la boca totalmente abierta. ¿Saben de esos lugares que entras y notas que es especial? ¿De esos en los que percibes que hay algún tipo de magia? que la puedes sentir! y de la que podrías estar disfrutando horas y horas y seguirías encontrando un rincón nuevo lleno de esa misma magia! Esa magia que es perceptible por los cinco sentidos.  ¿Saben de lo que les hablo? Ese lugar donde se siente que ha sido hecho con ilusión, con amor, con humildad, como si formara parte de uno mismo, como si en cada pieza pudiera percibirse un trocito de anhelo, de esperanza, de fe, porque imagino que ya saben que la fe mueve montañas y si mueve montañas imagínense cuando se le pone empeño. Pues así es Teatrisso. Su entrada, con sus dos arcos hacen  que nada más con esa imagen no quieras marcharte de allí, es inevitable, es imposible darse la vuelta “como si nada”, de pronto te tropiezas con unas ganas exageradas de  seguir en ese lugar, de comenzar a investigar, de seguir explorando cada uno de sus rincones, es como si uno necesitara husmear por allí, entrar en todas y cada una de sus salas, de sus habitaciones, quieres que alguien te cuente algo sobre aquel sitio, su historia, el por qué allí, el por qué Teatrisso, me moría de ganas, quería verlo todo, quería preguntarlo todo, y les aseguro, que tras hacerlo, quedé mucho más maravillada si es posible…

Teatrisso tiene esa seducción que te atrapa. Es como un hechizo. Esa sala donde antiguamente se realizaban las obras de teatro no tiene desperdicio, no le falta detalle, uno es capaz de sentarse en una de su butacas, cerrar los ojos, respirar y comenzar  a escuchar a esos titiriteros enganchando a todo ese público con su muñecos, sus hilos, sus voces, uno es capaz de visualizar a esas actrices de la época desmayándose por un desamor de un galán mujeriego que promete amor eterno a cada una de las damas con la que se cruza….uno puede sentir incluso la música de fondo de esas obras de tragicomedia que tanto gustaban antaño. Teatrisso es un palacete….un palacete de ensueño.
Pero no sólo eso, imagínense que  todas y cada una de las habitaciones están ambientadas en la época, en una película, y cada habitación tiene un nombre, la mía (porque era  mía hasta que me marché) se llama “Silencio” y es preciosa, su nombre es precioso, y ella en sí, insisto,  es preciosa, y lo es porque cuando entras sientes la delicadeza y el cariño con el que se ha querido crear ese espacio, no falta detalle: tengo un biombo de los de antes, con esa tela blanca que hacían que la imaginación quedará suelta tras el perfil de un desnudo. Me imagino a una chica de “cabaret” en una de sus actuaciones, con su sombrero de copa negro, escondida detrás de ese biombo, con movimientos sensuales para mantener la atención de su público y …zas! el sombrero de copa sale despedido!;  mi mesita de noche es una “mesa camarera”, como la que se utilizaba antiguamente para repartir los desayunos en los hoteles y mi lámpara con forma de sombrero, como el que tenía Charles Chaplín, parece que le estoy viendo, con ese andar, esos pies hacia afuera, ese bastón…... La habitación está dividida en tres partes, una de ellas sirve para cocinar y comer,  otra para dormir y una última como “sala de estar”, todo ello delicadamente decorado sin que falte detalle alguno. Mi cuarto de baño tiene un espejo como los de camerino, con varias bombillas en sus laterales, de esos que aparecían en las películas, de esos que se encontraban detrás del escenario, los que te permitían la última mirada sobre uno mismo antes de salir a escena. Mi habitación (ya les he dicho que mientras estuve allí era mi habitación) está ubicada en la buhardilla por lo que en su techo aparecen cuatro enormes vigas de madera. La campana de la iglesia está justo al lado, y si dejas las ventanas abiertas, la puedes escuchar sonar cada cuarto de hora, y eso me gusta, en la ciudad no se oyen las campanas, el tráfico no lo permite. En mi habitación sí puedo oírla, puedo respirar ese aire distinto. Insisto, es mi habitación y es preciosa.
Teatrisso dispone de distintas dependencias, no me refiero a las distintas habitaciones, me refiero a distintas dependencias donde los huéspedes pueden permanecer para ver la televisión, tomar un té, jugar al ajedrez, leer un libro, o leer una revista publicada en el año 1967, sí, han leído bien, no me he equivocado: 1967. Si deciden ir a visitarlo no dejen de disfrutar durante unos largos minutos de la Sala Belle époque, imposible haber acertado con otro nombre, este es justo el suyo, no hay otro, no sería igualmente de bella si su denominación hubiera sido otra. Les aseguro que dichas dependencias provocan que uno permanezca en Teatrisso, deje de patearse la zona y prefiera quedarse a disfrutar de ellas, de su encanto, de su delicadeza, de su alma.
No voy a  describirles mucho más sobre este sitio, tienen que venir a verlo, con sus propios ojos, tienen que vivirlo, tienen que sentirlo, ponerle los cinco sentidos, porque ya les he dicho, que en este lugar se pueden poner los cinco sentidos al mismo tiempo y ese es uno de los motivos  que lo hace tan especial. Pero les dejo algo, una fotografía, tengo muchas más, pero esas son para mí, para cuando quiera volver a poner los cinco sentidos en ese espacio, aunque me encuentre lejos,  les dejo una fotografía  de la estancia de comedor, del desayuno, ese lugar en el cual mientras uno se mantiene en el intento de descubrir como comenzar el día se encuentra embadurnado de ese tipo de música que le trae a la memoria películas como "My Fair Lady", y en ese momento eres capaz de visualizar a  Audrey Hepburn con su “a-e-i-o-u” ante la insistencia del Señor Higgins por no perder su apuesta….acerquen la foto y no se pierdan detalle, porque esto, es sólo el principio de una gran historia llena de magia……

Y esa historia, querido lector, nos la cuenta Laura. Laura regenta Teatrisso junto con su marido, en el año 2011 se enamoraron de este lugar y decidieron darle ese toque personal que hoy le hace tan encantador, ¿cómo lo sé? Me lo ha contado ella. Laura es hermosa. Tiene una piel perfectamente delicada, el color de sus pupilas es distinto, no sabría especificar exactamente el color del mismo, sólo que es distinto, se encuentra entre un verde, un ocre, un miel….ya les he dicho que no sabría decirle, su color es ese: distinto, como toda la magia que la envuelve. Laura está llena de dulzura, nos cuenta las historias del pueblo, nos cuenta la historia de Teatrisso, de lo que fue hace muchos, muchos años, y esa historia te engancha y entonces viene otra más y otra más y todas las historias te encantan y quieres que te cuente otra y mientras te las está contando tú las vas imaginando, adaptando las personas a la época, en tu imaginación, y eso, esa capacidad de que alguien pueda contarte una historia que consiga hacer que la imagines como si en ese momento la estuvieras viviendo, eso es muy complicado, y Señoras y Señores, Laura tiene esa capacidad, Laura puede hacerlo, ella puede trasladarle a ese momento, a esa época, a ese espacio, y eso le da aún más (si cabe) encanto a este lugar.


Laura te explica qué sitios puedes recorrer en la zona para que quedes maravillado (si venís a verla, no dejéis de seguir sus consejos), gracias a Laura se experimenta “como ser uva y terminar siendo un buen vino”, y sí, es una metáfora creada por mi,  pero una metáfora ocurrente que me llegó gracias a ella. Ella me aconseja que vaya a visitar una bodega donde te explican como la uva acaba convirtiéndose en vino y qué hace que un vino sea mejor que otro, si el roble francés es mejor que el americano o si la fermentación maloláctica, como segunda fermentación, es necesaria o no…..al final de la visita y a través de uno de esos cascos de realidad virtual vives una experiencia en ese sentido, “eres un racimo de uva y ves todo el proceso hasta que acabas siendo un gran reserva”.  Y esto, creánme, es la vida, uno nace sabiendo lo que es, sabiendo dónde está, sabiendo de lo que está rodeado…..lo complicado es saber qué terminará siendo, qué  “procesos” encontrará por el camino, con quien se cruzará, qué caminos se abrirán al paso y qué será capaz de ofrecer a los demás…….y a usted, tal vez, le parezca absurda esta comparación, pero no lo es, créame, porque esas “metáforas” sólo llegan cuando a uno se le llena el alma, porque el alma hay que llenarla, de no hacerlo, uno se va pudriendo poco a poco y Teatrisso, Laura,  llenan el alma, ambos han formado parte de mi proceso, Teatrisso me ha alimentado el alma de belleza, Teatrisso es diferente, Teatrisso hay que vivirlo……no sirve que yo se lo cuente, no sirve que se lo cuente nadie, tienen que venir, y si vienen, disfrútenlo. www.teatrisso.com. 


Tal vez, si vuelvo a encontrar una  maravilla parecida a esta, decida pasarme por aquí para contárselo……