¿Qué queremos decir cuando usamos la expresión “la caja de
pandora”? ¿Qué era en realidad la caja de pandora? ¿En qué contexto procede
usar dicha expresión?
La caja de pandora es una expresión que muchos hemos
utilizado cuando queremos decir algo así como: Madre mía! La que has “liao”!!
En resumen: que nos espera una buena, como si una retahíla de “desgracias”
o “rapapolvos” fueran apareciendo como consecuencia de algo que se ha dicho o
que se ha hecho.
¿Quién era Pandora y qué guardaba en aquella caja?
En la mitología griega, Zeus era el padre de los dioses. El
dios del fuego era Hefesto que construyó una estatua de una doncella de gran
belleza.
Por orden de Zeus padre de los dioses, Hefesto dios del
fuego, famoso por sus habilidades, formó la estatua de una hermosa doncella. La
propia Atenea, diosa de la sabiduría, de la razón y de la guerra justa, le hizo
un vestido blanco, un velo, una corona de flores y un cinturón de oro. Hermes,
el mensajero de los dioses, otorgaría el habla a la bella imagen, y Afrodita le
daría todo su encanto amoroso.
De este modo Zeus, bajo la apariencia de un bien, había
creado un engañoso mal, al que llamó Pandora, es decir, la omnidotada; pues
cada uno de los dioses había entregado a la hermosa doncella algún nefasto
obsequio para los hombres.
No olvidemos que Prometeo, creador de los hombres, andaba
preocupado por todos ellos, sufría cuando les veía pasar frío, bajo la lluvia, pasar
hambre. Prometeo no es que fuera bien recibido entre el resto de dioses y en
más de una ocasión había provocado gran ira en Zeus por su afán de proteger a
los mortales, tal es así, que procedió a robar el fuego de los dioses para que
los mortales no pasaran frío y aquello enfureció notablemente a Zeus. Prometeo
para aplacarle le pidió a los mortales que quemaran ofrendas para los dioses,
así quemaron un toro cuya olor despertó el apetito de los dioses, así, Prometeo orgulloso de su hazaña, ofreció a Zeus un plato lleno de huesos pero cubierto de grasa que lo hacía apetecible y que el padre de los dioses no pudo rechazar. Prometeo se comió la carne y los huesos fueron para el gran dios, el cual al darse cuenta de la nueva proeza de Prometeo todavía enfureció más (si era posible).
Tras esto, y como castigo, Zeus, puso a Pandora entre los mortales, los
cuales vagaban mezclados con los dioses, y unos y otros se quedaban impactados
ante la figura incomparable.
La hermosa doncella se dirigió hacia Prometeo, con la intención de ser su
esposa, junto con una caja que Hermes le había regalado como dote y la cual
contenía todos los males. Prometeo que era astuto no se dejó engañar por
tal belleza y la rechazó, advirtiendo a su hermano Epimeteo que debía de hacer
lo mismo.
Pandora se dirigió entonces a Epimeteo, hermano de Prometeo el cual había creado a los animales, haciéndose entrega de ella misma junto con
la caja por orden de Zeus. Epimeteo,
olvidándose de las palabras de su hermano, y quedando prendado de tal belleza, acogió gozoso a la hermosa doncella
y no se dió cuenta del mal hasta que ya lo tuvo.
Epimeteo advirtió a la bella
doncella que no debía de abrir la caja jamás, pero esa no era la orden que
Pandora había recibido y la desgracia ya había comenzado.
Hasta entonces los
hombres, habían vivido libres del mal,
no sujetos a un trabajo gravoso, y exentos de la torturante enfermedad. Pero la
mujer llevaba en las manos su regalo, una gran caja provista de una tapadera.
Apenas llegada junto a Epimeteo abrió la tapa y en seguida volarón del
recipiente innumerables males que se desparramarón por la Tierra con la
velocidad del rayo. Oculto en el fondo de la caja había un único bien: la
esperanza; pero, siguiendo el consejo del Padre de los dioses, Pandora dejó
caer la cubierta antes de que aquella pudiera echar a volar, encerrándola para
siempre en el arca.
La vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la
pasión, la plaga, la tristeza, la pobreza, el crimen; todos los males del mundo
se habían extendido por la tierra y sólo la esperanza quedó oculta en el fondo
del arca.
Cuidado con abrir la caja de Pandora…. porque somos esclavos de la indiscreción, la incapacidad de guardar secretos propios, que hay secretos que se deben de llevar a la tumba, aguas que no se deben remover, historias que no se deben contar, cuidado con abrir la caja de Pandora.