sábado, 14 de octubre de 2023

15 de octubre

 15 de octubre de cada año del resto de mi vida.

Me invadían los nervios. Prácticamente no había dormido dando vueltas por si se quedaba algún cabo suelto. Había llegado el gran día.


Todo estaba debidamente esquematizado en aquellos siete folios que yo leía una y otra vez, una y otra vez, de un lado a otro, de una habitación a otra, de la cocina al salón. Iba narrando en voz alta todo aquello que se había convertido en el regalo más bonito de mi vida y a la vez el más difícil.


Había que poner un toque de humor, un toque de nostalgia, un toque de realidad y un toque de nuestras vidas.


¿Recuerdas aquella mañana? Llegaste al despacho para darme la gran noticia. Me alegré tanto por ti, cuanta felicidad puede provocar cuatro palabras: Nos vamos de boda.


Pero no tanta como las que vinieron después: Quiero que seas mi maestra de ceremonia.


Siete palabras de fortuna, como los siete folios que ocuparon toda aquella emoción. Qué suerte la mía.


Y te miré, te cogí las manos, me emocioné como lo hago ahora mientras lo recuerdo. Nos abrazamos y gritamos como unas quinceañeras: ¡Qué fuerte! ¡Tía! ¡Qué fuerte! Y seguíamos abrazadas, y gritando, y dando vueltas, la alegría podía con nosotras y yo quería saber más, los detalles, dónde, cuándo, cómo…y no dejaba de llorar, de felicidad, coger tu carita... quedarme con tu mirada... Te quiero tanto. Tanto. 


“Todos tenemos muchas historias que contar junto a Paloma y Manolo, pero estoy segura de que la de hoy, sin duda, va a ser la más bonita”. - y así comenzó todo. El día más bonito de todas nuestras vidas. 



Y os hice un acta matrimonial. Personalizada. Que guardé en secreto para regalarte en tu primer aniversario. Pero esto también te lo has perdido. Yo también. 


Ahora la guardo en secreto, para el resto de mis días. De vez en cuando voy a ella y paso mis dedos sobre tu firma, como si pudiera encontrarte ahí. Qué tonta soy. 







Qué día tan bonito nos regalasteis ayer.- te escribí a la mañana siguiente.


¡Uff! ¡Qué feliz!, me he quedado sin voz y sin pies, me duelen mucho los pies. Un beso tesoro, te quiero mucho.- Tu respuesta.

 

Y yo a ti. 

Siempre.  

 

Que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel (Ya lo sabes, no es mío, es de Sabina)