El “efecto Werther” es un término que proviene de una novela
“Las penas del joven Werther” (Goethe 1774). Trata sobre un desamor y que
finalmente el joven acaba quitándose la vida. Como ya les he hecho spoiler
sobre el final no es necesario que se la lean.
Esto se lo cuento para que sepan
que cuando se habla del “efecto Werther” nos referimos a un efecto imitativo de
la conducta suicida. De ahí que cuando se informa sobre un asunto relacionado
con una autolisis se establece una serie de parámetros para evitar ese “efecto
Werther” y por eso los medios de comunicación no suelen ofrecer información
sobre este tipo de acaecimientos.
No sé si alguno de los que me están prestando atención, en
este momento (con la lectura de estas palabras), se ha leído el libro de
“inteligencia emocional” de Daniel Goleman. Si es así, sabrá que dicho libro es
bastante técnico al principio y nos explica el funcionamiento de nuestro
cerebro, de la amígdala y de nuestras emociones. Si lo ha hecho, entenderá rápidamente lo que les voy a contar a
continuación.
No se asusten porque no les vengo a hablar de la amígdala, ni
del joven Werther. Les vengo a hablar del consumo de antidepresivos como posible causa de comisión
de actos violentos que pueden incluso llegar a terminar en la idea de autolisis
y finalmente culminarse. Evidentemente esto no está demostrado (todavía) pero
no significa que no sea así. Si bien, es un tema tan delicado que no se puede
realizar una afirmación sobre ello, así, a lo loco, por eso requiere de un gran estudio e investigación y en ello estoy.
Por una serie de circunstancias personales, y como
consecuencia de lo observado con algunos asuntos en el despacho, comencé a
investigar sobre lo que les he comentado.
Comencé con el estudio de los prospectos de todos los medicamentos que actuaban, y actúan,
como inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS).
La FDA (Food and Drug administration), una institución que se
dedica a decir que alimentos “sí” y qué alimentos “no”, qué medicamento “sí” y
qué medicamento “no”, aprobó los siguientes inhibidores selectivos de la
recaptación de serotonina (ISRS) para tratar la depresión:
- Citalopram
(Celexa)
- Escitalopram
(Lexapro)
- Fluoxetina
(Prozac)
- Paroxetina
(Paxil, Pexeva)
- Sertralina
(Zoloft)
- Vilazodona
(Viibryd)
La fluvoxamina, un ISRS aprobado por la FDA para tratar el
trastorno obsesivo compulsivo, a veces se usa para tratar la depresión.
Se supone que la FDA evalúa a través de una serie sucesiva de
4 fases de ensayos clínicos, siendo la fase 3 la más extensa, y en la que se
realizan pruebas en 1000 a 3000 pacientes, cada uno de los medicamentos que se
van a poner a disposición del consumidor. El problema está en que acceder a
esos ensayos es algo muy vetado, por lo que en realidad no se sabe (no se puede
saber) si las pruebas efectivamente se realizan con placebo o no y en qué
medida. Y no me refiero a que no informen sobre ello, que sí lo hacen, me
refiero a si es real o no esa información.
Es cierto que la FDA advierte (y copio textualmente) que:
La mayoría de los
antidepresivos generalmente son seguros, pero la FDA (Food and Drug
Administration, Administración de Alimentos y Medicamentos) exige que todos los antidepresivos lleven una advertencia en
recuadro negro, que es la advertencia más estricta en materia de medicamentos
recetados. En algunos casos, los niños, los adolescentes y los adultos
jóvenes menores de 25 años pueden
tener más pensamientos o comportamientos suicidas al tomar antidepresivos,
en especial, durante las primeras semanas después de comenzar a tomarlos o
cuando se modifica la dosis.
Se debe controlar atentamente a cualquier persona que toma un
antidepresivo para detectar si la depresión empeora o si presenta algún
comportamiento inusual. Si tú o alguien que conoces está
tomando un antidepresivo y tiene pensamientos suicidas, comunícate con el
médico de inmediato o busca ayuda de urgencia.
Curioso, ¿no les parece? Porque la mayoría de los
especialistas que recetan un ISRS no hablan de esto.
Pero lo cierto es que conforme más me pongo a investigar más
me doy cuenta de que esas ideas de suicidio no sólo pueden ocurrir en menores
de 25 años, también pueden darse en
adultos.
Fuente: Dathos Proyectos y Big data
Fuente: Dathos Proyectos y Big data
Dathos Proyectos y Big data se dedica a la investigación,
desarrollo e innovación predictiva de riesgos del comportamiento. El número de
suicidios en nuestro país es alarmante, incluso superior al de víctimas de
violencia de género que es igualmente de alarmante, aunque este se encuentra muy por
debajo del anterior. Imagino que todos estaremos de acuerdo en que todas las vidas valen lo mismo y unas no valen más que otras.
Lo curiosos es que cuando se receta este tipo de fármacos,
jamás he escuchado a ningún doctor advertir sobre estas ideas de suicidio. Es
más, cuando yo misma he preguntado sobre los efectos secundarios en la toma de
algún medicamento, todo el mundo responde, incluso los médicos, lo siguiente:
“Si te pones a leer el prospecto no te tomarías nada, no te
tomarías ni un ibuprofeno”
¿Les suena esta frase?
Además, y más allá del suicidio, hay estudios que acreditan
que la agresividad y hostilidad también puede venir relacionado con el consumo
de un ISRS. De ahí que cuando hablamos de bullying, de violencia de género, de
suicidios, si bien es cierto que todos ellos no tienen por qué estar
relacionados con el consumo de ISRS hay un alto porcentaje que pudiera acreditar
que así es.
Lo que no entiendo es el motivo por el cual este tema está
tan callado ante la sociedad. La depresión, parece ser, aparece como
consecuencia de unos niveles bajos de serotonina. Hacer deporte aumenta esos
niveles. Hablar con la familia, interactuar, aumenta esos niveles.
Pudiera ser que “el gran hermano” de las farmacéuticas quisieran
que estuviéramos sometidos al consumo de este tipo de medicación, aunque se
diga que no producen dependencia, lo cierto es que se ha demostrado que
suspender el tratamiento de forma abrupta crea “abstinencia” y eso a mi
entender es “dependencia”. Así lo dice la propia FDA.
Y creo, pero no lo puedo afirmar, que esa dependencia es
conveniente para las farmacéuticas. Que los consumidores tengan dependencia a
determinados productos, no hace más que asegurar el consumo de los mismos, y
por lo tanto el lucro de quién los ofrece.
No les voy a contar hasta dónde hemos podido llegar con esta
investigación, (de momento) lo que sí les digo es que vamos a seguir con ello. Mientras
tanto, les ruego, que si usted, un familiar, un menor, es diagnosticado de
depresión, que antes de tomar este tipo de medicación haga deporte, se
relacione, hable con la familia, que la familia sepa cómo se siente y que esté
atenta para el caso de que se comience a consumir este tipo de medicación.
Creo firmemente que todos seríamos capaces de matar en
determinadas circunstancias. Pero también creo que seríamos incapaces de
quitarnos la vida, por nuestro instinto de supervivencia, a no ser que no
estuviéramos en nuestras plenas facultades volitivas, las cuales, estoy
convencida, quedan totalmente mermadas con el consumo de ISRS.
Tengan en cuenta que todo esto no son más que suposiciones
mías y que estoy realizando entrevistas con médicos, psicólogos, psiquiatras y
forenses que puedan avalar lo que aquí les comento.
Si las familias de aquellas personas que terminaron
quitándose la vida de forma violenta, supieran que no lo hicieron de forma
voluntaria y que en realidad fue como consecuencia de un elemento ajeno a su
voluntad, muchas de ellas dejarían de hacerse muchísimas preguntas, o incluso
dejarían de pensar que aquello fue un acto egoísta, si alguna vez pensaron que
así fue.
Es más, si usted, al leer esta publicación se para a pensar,
y de repente le viene a la mente que usted ha vivido una situación parecida o
conoce algún caso en el que una persona terminó quitándose la vida poco después
de haber estado tomando un antidepresivo, le agradecería que se pusiera en
contacto con nosotros. Nos puede mandar un email a info@carbonellabogado.com o
llamar al teléfono 648132828.
Les seguiré informando.
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