Por dentro, vacío.
Por fuera, tu ausencia.
¿En qué momento de la vida, de mi vida, te escurriste de mis
brazos?
¿En qué momento me confié tanto pensando que estarías para
siempre?
¿Cuándo fue eso? Tal vez fue cuando me abrazabas y me dejabas
impregnarme de tu olor y di por hecho que siempre podría hacerlo.
Es posible que fuera con aquellos besos para decirme que me
querías.
Quizás, cuando pensabas en mí, en cómo arrancarme una
sonrisa.
¡Ya verás cuando lo vea Celia! ¡Le va a encantar! -
decías.
Y me encantaba.
Me encantaba verte tan feliz por hacerme feliz a mí. Me
encantaba esa manera en la que decías mi nombre: Ceeeeeliaaaaa.
Qué bonito fue tenerte tan cerca. Qué bonito ese trayecto a
tu lado aunque ahora hayas decidido no invitarme a caminar junto a ti.
Necesito que me digas: ¡quítate eso! ¡Que se te van a quedar marcas!
-, cuando vayamos a la playa mientras te voy diciendo que me da vergüenza.
No se lo he dicho a Asun, no quiero que se enfade. Le he
dicho que ella tiene razón. Pero yo lo que quiero, además de sentirte, poder tocarte, poner todos mis sentidos sobre ti.
No se lo digas. Será nuestro secreto. Otro más, ¿vale?
Una cosa te digo, y aquí te estoy levantando el dedo índice
de mi mano izquierda, me has dejado entre risas y llantos. Con los
recuerdos ya construidos y por los que me dejaste sin construir. Ya te vale. Y sin avisar, eso si que no me lo esperaba.
Que sí, que sí, que me quedo con lo bueno y todo eso que
siempre se dice, pero es que yo quería
más. Más cafés. Más besos. Más llamadas. Más audios. Más "buenos
días". Más cotilleos. Más cumpleaños. Más aniversarios. Más vinos (ya lo
sé...que tú cervecica). Más fotos. Más proyectos. Más metas. Más recuerdos. Más
de todo. Más de ti.
Quería que te quedaras, para siempre, pero tenías otros
planes.
¿Qué si me he enfadado por no contar conmigo en esos planes?
Por supuesto. Pero ya sabes que lo terminaré entendiendo. Ahora no quiero
hacerlo.
Ya me dirás tú qué hago yo con todo este mogollón que se me
ha hecho dentro. Feico es un rato. Lo miro y pienso: ¡uff, qué mala pinta
tiene! Está negro, negro, negro...
Y te oigo a ti diciendo: pero ¡chica! Si eso no es
"na".
¿Que no es nada? Bueno, ya lo discutiremos.
En aquella historia de la niña y su muñeca, Kafka decía que
todo lo que amas probablemente se perderá, pero al final, el amor volverá de
otra manera.
Yo no quiero que vuelva de otra manera, quiero que vuelvas
tú, a tu manera ¿para qué narices lo voy a querer de otra manera? No me gusta Kafka, ni su muñeca ni aquella niña.
Estoy enfadada. Con Kafka también, por esa absurda frase.
Si, si, tu ríete, pero que sepas que estoy enfadada.
Ay, cariño, negro, negro negro...y no veas cómo duele.
Qué bonita eres, ya lo sabes, siempre.
Por cierto...te quedas a mi lado y el mundo me parece más
amable, más humano, menos raro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario