Audio: ¡Qué bonica eres! ¡eres más “salá”… más “salá” que
las pesetas! ¡pues claro! Muchas de las cosas de esas que me has pedido yo ya
las tengo, con todos vosotros, sobretodo contigo, yo ya no le pido al año mucho
más, sino que todo vaya en su curso, las cosas se normalicen y que vaya todo
bien… vamos a pasar una nochevieja espectacular aquí los cuatro, estamos
superfelices, supercontentos y nos queremos un montón, te mandaré foticos ¿vale
tesoro? Que te quiero muuuuuchísimo y que me alegro de que te gustaran los
huevos, tengo más para llevarte, que lo paséis superbién y feliz entrada de
año, ¡muuuak!
Yo, en bucle, voy poniendo justo esa parte: Que te quiero muuuuuchísimo. Que te quiero
muuuuchísimo. Que te quiero muuuuchísimo.
Te voy respondiendo “y yo a ti”
mientras observo ese agujero que sigue estando negro, negro, negro.
Esto es de locas, Palo, de locas. No dejo de hablar contigo. El jueves cuando me dijiste
que el viernes tenía que subir temprano a verte, no entendí muy bien el por qué,
pero vamos, no estaba la cosa como para ponerme a preguntar. Mariloli me ha
recordado lo del mellado. Creo que nos guarda un poco de rencor (del bueno) por
aquello. Lo tiene en mente. Ahí, grabaico. Yo no he podido aguantar la risa. Te
veía a ti haciendo ese gesto con el dedo mientras señalabas la ausencia dental
de aquel muchacho al tiempo que asentías con la cabeza.
Por cierto, ¿has visto cómo me ha mirado la señora de la
limpieza? Bueno, “señora, señora”, como si tú y yo tuviésemos ahora 20 años, que
unos años ya le sacábamos a la señora. Me ha fulminado con la mirada. Menudo
carácter. Ni treinta minuticos de intimidad puede tener una. Te has partido de
risa. Te he oído.
Luego aquel susto, como si de un rompecabezas se tratara, menudo
símil… menudo símil, se nos rompió la cabeza a todos.
Respira, piensa, respira, piensa. - me decías, - pero date prisa.
Date prisa.
Y yo: ¡joder, ya voy! ¡Dame un minuto!
Lo conseguí. Todas las piezas encajaban, solo había que
unirlas. ¡Conseguí resolverlo, conseguí resolverlo! Qué susto, Palo, menudo
susto. Fue ahí cuando supe que estabas aquí. Es de locas.
Él preguntaba, pero ¿tanto me quería? ¿tanto? Y te escuché responderle: pues claro. Pues claro que sí.
Y yo, claro que sí.
Luego me sueltas: -. Mañana cuando vengas al cementerio haz
el favor de maquillarte que estás horrible. Menudas ojeras. Y píntate los
labios, que pareces una muerta.
Y dale. Qué lucha siempre con mis labios.
En el trabajo: Tira “parriba” y píntate los labios que pareces una muerta.
Y yo, a regañadientes: jolines.
De cubateo: vamos a pintarte los labios que pareces una
muerta. Y yo, a regañadientes: ¿ahora? Jolines.
En mi boda: píntate los labios que pareces una muerta. La
novia cadáver.
Y yo, muerta de risa: La novia cadáver. ¿Me has llamado la
novia cadáver?
Te veía venir de lejos, con esa mirada, mientras desenfundabas
aquel pequeño cartucho relleno de ese color rojo, rojo, rojo que siempre
llevabas encima ¿Dónde narices lo guardabas? Era como una especie de apéndice tuyo.
Siempre estaba ahí, preparado para la ocasión, para anunciarte que tenía los
labios sin pintar. Estoy segura de que algo parecido a una alarma se encontraba integrada
en aquello: “pi pi pi pi, pi pi pi pi, lleva los labios sin pintar,
atención, lleva los labios sin pintar” (suena como cuando hablas con la nariz
tapada). Enfilada, venías enfilaica.
El sábado te hice caso, a medias, es cierto. Me maquillé, ya
te dije que no me iba a durar mucho. Y tú, erre que erre. Y no, no me pinté los
labios. Me quedé esperando por si venias a desenfundar aquella barra de color rojo
pasión. A ver si sonaba esa alarma traicionera. Chivata. Pero nada. Ni de lejos
ni de cerca. Llegué con los labios sin pintar y de la misma forma me marché.
Estuvimos hablando de los globos. Y un poco de Julito Galipienso.
Ya sabes que hay cosas que no cambian. Pobre Julito, decía la Reme. Y tú, descojonada
de risa. No era para menos.
Es jodido esto, ¿eh? Muy jodido. Pero ¿sabes una cosa? Aún nos
has unido más, mucho más. Queremos seguir estando contigo y te buscamos
en los recuerdos de los demás, en ese amor que compartimos, en aquellos a los
que tanto amabas y al saberlo, nos vamos refugiando los unos con los otros,
buscando el ánimo y el consuelo al mismo tiempo que lo vamos ofreciendo.
Nos hemos puesto un nombre: “Las pegamento”. ¿A que mola? Yo
sabía que te iba a gustar. La de cosas que me quedan por escribir (te). Te va a encantar.
Que te quiero muuuuuchísimo
Y yo a ti
No hay comentarios:
Publicar un comentario