jueves, 6 de abril de 2023

Con un par de huevos (y algo más)

Igual muchos ya lo sabéis, pero para los que no, Manolo hace unas tortillas de patata es-pec-ta-cu-la-res.

No te comes, tú,  una tortilla de patatas en toda tu vida, como las de Manolo.

Eso sí que es arte culinario. 

Qué grosor, qué sabor, qué deleite. 

Manolo es mucho Manolo. 

Por eso tenía que terminar con una mujer como Paloma. Una mujer hecha y derecha como la copa de un pino. Con su carácter. Buena era ella. Para todo

Sobre todo para hacerte feliz.

Hay casualidades que acaban convirtiéndose en un futuro perfecto. Pero ella te hablaba de su presente, de su felicidad, aquí y ahora. Tan feliz. Y a mí me encantaba contemplarle dentro de sus ganas de vivir. 

Ese futuro perfecto que, por una vez,  la vida convirtió en su casualidad y ella, "casualmente",  pasaba por allí. Esa luz que desprendía su mirada, me parecía tan maravillosa que no quería que se apagase nunca. Le pedía a la vida que se quedara con ella para siempre. Y conmigo. 

Pero se apagó. De la noche a la mañana. Como cuando se funde una bombilla y te preguntas qué ha pasado. Y el teléfono comenzó a sonar.  

Una llamada. 

Otra. 

Un mensaje. Otro. Y otro. Y otro. Otro más. 

La angustia. La desesperación. 

Yo solo quería que volviera la luz a sus ojos. Un pequeño estímulo. Uno solo. 

Pero nunca llegó.

Y ese día salí a correr. Más rápido. Como si al correr las lágrimas y el dolor se quedarán detrás y no pudieran alcanzarme. Pero no era cierto. Solo era una ilusión mía.  

Me quedaron sus mensajes, sus audios y ciento de fotos. 

Me quedaron las ganas. 

Me quedó (su) pintalabios.  

Pero lo más importante: Me quedó vuestro amor. 

"El amor es un pacto, un acuerdo, un trato, confianza, cariño y respeto. Es reírse a carcajadas, llorar sin sentir vergüenza, ser tú misma sin tener que disimular, es tener ese abrazo en el que te sientes segura. Esa mirada sin necesidad de palabras. El amor es ser un equipo, un confidente, un amante y un amigo. El amor es esa persona que consigue que te olvides de los fantasmas de tus pasados. Todos tenemos esos fantasmas. Todos. Pero el amor, el verdadero amor, consigue encerrarlos para que nunca, nunca más, vuelvan a ti. 

Yo os declaro marido y mujer" 




Y cómo te miraba él, amiga, cómo te miraba. Paciente en su espera. Doy fe. Presente en el mismo momento en el que entró a la sala sin dejar de mirar a la puerta cada  cinco segundos esperando tu llegada. Orgulloso de haber sido el elegido. No escucha lo que estás diciendo. No le hace falta. Solo necesita mirarte. Con eso es más que suficiente. El amor todo lo puede, amiga, todo. 

Y con qué sonrisa me contabas la belleza de aquel momento. Me lo querías contar todo usando unos pocos segundos porque el tiempo apremiaba. Tu nerviosismo por el cúmulo de emociones. 

Mientras que con tu mano izquierda mantenías aquel ramo de flores, cuya historia me detallabas en los  días anteriores, con la derecha señalabas la emoción que te invadía. "Esto me está pasando a mí". Me decías.  Ya no recuerdo si me lo preguntabas o me lo afirmabas. Fuera lo que fuese, te estaba pasando a ti. Sí. 

Y cómo te miraba yo, amiga, cómo te miraba. Me hiciste tan feliz. Dicen que nada te hace más poderosa que sentirte querida y yo me sentía la amiga más poderosa del universo.  

Esa era la amistad umbilical que nos unía. 

Nunca hubo un mal entendido. Nunca se nos quedó algo por hablar ni por reprochar. Sabíamos que hablar era tan importante. La comunicación. No dejar que el tiempo de ausencia se alargase entre nosotras y generase historias ficticias. 

El día de tu misa, aquel señor con la sotana blanca, nos dijo algo tan importante: está muy bien que hoy estéis todos aquí, pero no  os olvidéis de esas llamadas, esos mensajes, esos encuentros que deben de estar después de todo esto. 

Que no se alargue la ausencia en ninguna amistad. 

La importancia de un mensaje para saber quién sí y quién jamás.

La importancia de que algo tan insignificante,  tan presente en el día a día se convierta en un argumento largo, claro y conciso, para  llegar a descubrir hasta dónde la indiferencia puede ocupar la parte más humana de lo que se considera un ser humano. Algo tan necesario que hasta en las propias misas, de sepelio, el cura se ve obligado a traer a colación. Un simple mensaje. Una simple llamada. ¿Un café?. 

La vida no es perfecta. No. No lo es, aunque algunos crean que sí y se pongan a gritarlo en el momento menos oportuno.  La vida no es perfecta pero tan poco creí que fuera tan desgarradora. 

Qué huevos hay que tener para aguantar momentos así. Y aguantas el tipo. No queda otra. 

.- !Te veo muy bien¡

Como si ese "te veo muy bien" se te clavara en el corazón. Como si la gente necesitase verte destrozado. Y esas palabras, esos comentarios inoportunos son los que hacen que se construyan sentimientos de culpabilidad por no presentarte destrozado ante la gente cuando te cruzas con ellos. 

Hay que tener un buen par de huevos para reprimir las ganas. 

Las ganas:  Sí, hoy he conseguido llorar solo tres veces y dos de ellas han sido a solas. Estoy muy muy bien. Doce noches sin dormir. Muy bien.  Muchísimas gracias. Ese comentario ha sido muy constructivo y ni imaginas lo que me ha aportado para seguir adelante. Gracias por recordarme que tengo que seguir llorando en cada esquina. 

No, cariño, no.  

Porque hay que tener un par de huevos y algo más, para mantener la compostura y querer seguir a pesar de todo. Por mantener las formas, la educación y las ganas. 

Hay que tener unos huevos como los que tiene Manolo para hacer las tortillas que hace y para todo lo demás. Si nunca has sentido el dolor de verdad, no lo entenderás. Y si  al leer estas palabras no lo entiendes es porque ni hiciste (ni haces) lo que el cura dijo,  ni te aguantas la frase de mierda que se clava en el corazón. 

No te olvides amiga, a ti te gustaba mucho esta frase cuando te la decía y ahora me la digo yo,  que a los amigos se les conoce en las dificultades y en eso estamos. 

Saldremos adelante con un par de huevos y algo más. 

 



 

  

 

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