jueves, 9 de junio de 2016

Miénteme

                                           Hace ya algunos años, concretamente en el año 2009, después de un largo día de trabajo, con un calor asfixiante y deseando de llegar a casa frente al aire acondicionado, un refresco y mi perro, me dispuse a mirar la televisión, como cualquier otro día de trabajo donde la monotonía te ha dejado algo atrapado últimamente como consecuencia del sofocón del calor. Haciendo zapping me llamó la atención una serie televisiva que comenzaba ese mismo día: “lie to me”, (miénteme), no crean que era una serie de esas de “pastelico” donde aparece una historia de amor llena de infidelidad y de celos, no, nada de eso, era una serie que trataba de muchas cosas, entre ellas “el fracaso”, el fracaso profesional, los sentimientos, las sensaciones y lo más llamativo de aquella serie, lo que realmente te enganchaba,  era ese intento de  enseñar al espectador el lenguaje corporal para advertir cuando una persona estaba mintiendo, un conjunto de gestos y movimientos que hacían “sospechar” casi con total seguridad que esa persona estaba faltando a la verdad. El levantamiento de una ceja, girar la mirada hacia la derecha, hacia la izquierda, rozar a malas penas la nariz.  Todo aquello me atrapó, enganchó mi atención, me pareció fascinante, me quedé prendada de aquella disciplina y método de estudio, así,  empecé a investigar…
                       Esa curiosidad me llevó hasta Paul Ekman, un psicólogo pionero en el estudio de las emociones y su expresión facial, y ello me llevó hasta su libro “Cómo detectar mentiras”, o “Por qué no descubrimos a los mentirosos”, poco a poco fui realizando muchas lecturas relacionadas con este tema, no podía evitar fijarme en las expresiones faciales y corporales de mi interlocutor, era como si se me hubiera despertado otro tipo de “sentido”, (ese sexto sentido que dicen que tenemos las mujeres?, no lo creo, estoy segura de que cualquiera puede desarrollar ese “sentido” si se lo propone) era capaz de prestar una total atención a una conversación mientras examinaba las expresiones de quién emitía esas palabras. Terrorífico no les parece? Saber que alguien sabe cuando estás mintiendo mientras hablas con ella, sí, puede parecerlo, pero a mí me apasionaba. 
Al final acabé descubriendo varios métodos de estudios basados en la comunicación no verbal, descubrí la kinésica, la  sinergología, me crucé con muchos más autores como Desmond Morris, Edward Hall, Ray Birdhwhistell , Gregory Bateson  y aquello me iba enganchando cada vez más.

                                         Aunque ustedes no lo crean esos métodos son muy útiles en mi trabajo. Muchos de mis clientes, si ahora me están leyendo saben perfectamente de lo que les estoy hablando. Cuando tenemos un juicio les explico varios puntos sobre esto mismo, la expresión corporal es muy importante y los jueces lo saben, yo lo sé, y eso me ayuda mucho para saber en qué momento un testigo (contrario, me refiero) está mintiendo en Sala o cuando la propia parte está mintiendo, y una vez localizada esa mentira es donde procedo a realizar mucho hincapié en ella, eso hace que el testigo o la parte se ponga nerviosa  y la credibilidad caiga por su propio peso. En eso consiste mi trabajo, en intentar ganar siempre. Quiero clientes satisfechos, y si ganamos, el cliente estará satisfecho.

Hoy, realizando esas lecturas que “procuro” hacer casi a diario sobre novedades legislativas me he encontrado con lo siguiente: “El valor de la testifical, cuando ésta es la única prueba incriminatoria, se pondera en función de los movimientos no verbales de la testigo y la congruencia de los mismos con la comunicación verbal, según dictamina una sentencia del Juzgado de los Social nº 1 de Castellón, de 11 de abril de 2016.
                                                Es decir, en una Sentencia se hace referencia a la comunicación no verbal para saber si existe credibilidad o no en la declaración de la testigo, lo que confirma lo que muchas veces les digo a mis clientes: “Su Señoría se fija en tu expresión corporal, por lo tanto tenemos que ver cómo es tu expresión corporal".

 En  mi profesión no todo se basa en tener conocimiento de la ley, hay mucho más detrás de todo esto, la interacción con el cliente, saber cómo se siente en el momento en el que acude al despacho, como evoluciona emocionalmente (sobretodo en los temas de divorcio o separación donde las distintas fases del duelo son claramente apreciables), saber cuando te está mintiendo y le dejas que te cuente todo el relato, luego ya al final es cuando pregunto: Y ahora? Me cuentas la verdad? En esta profesión acabamos ejerciendo de profesores, psicólogos, abogados, psicoanalistas, y muchos oficios más, por eso, para dedicarse a esto, te tiene que gustar, de otra manera, estás perdido, porque cuando uno decide ser “abogado” lo es con todas las profesiones que se “arrastran” con ello, y eso se sabe, cuando realmente te gusta, se sabe.


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