viernes, 14 de octubre de 2016

KIVA


         Llevaba tiempo queriendo escribir sobre este tema pero lo cierto es que no encontraba el momento de hacerlo. Anoche, después de un largo día de trabajo, mientras cenaba y conversaba con mi marido volvía a aparecer la horrible noticia sobre la agresión producida por “12 menores, se dice” hacia una niña de 8 años. Aquello me pareció terrorífico y costaba creer que fuera cierto. Me pareció terrorífico por la niña, por sus padres y por los padres de los agresores. Hoy, a primera hora de la mañana y con el café en la mano, por fin, encontré ese momento para escribir sobre ello.

        A ningún padre le gusta saber que su hijo anda dándole palizas a otros niños, es más, la primera reacción es la negación ante tal noticia: No, mi hijo no. Es cierto que depende de cada padre, pero en la mayoría de casos suele ser así. A veces, comentando con los amigos, que son padres, algún tipo de comportamiento de sus hijos, cuando les haces el comentario de: lleva cuidado y presta atención no vaya a ser que al niño le de por hacer “bullying”. La respuesta del padre siempre es: no, no, que va, mi hijo no.

       Ya, está claro que ningún padre quiere que su hijo acabe siendo ese especie de monstruo, pero esos monstruos se crean, o eso dicen los especialistas, por un problema de seguridad en ellos mismos que desencadena en la agresividad para ser respetados y admirados por los demás, lo que conlleva que lo que tendrá que hacer usted (que es padre y tan orgulloso está)  es comprobar que su hijo se siente orgulloso de sí mismo más allá de que usted piense que tiene el mejor niño del mundo. 
Otro de los motivos pudiera ser la falta de límites en casa. Aquellos niños a los que todo se les justifica y no conocen consecuencias sobre las faltas que comenten, son propensos a causar bullying porque tienen la idea de que todo se vale, que pueden hacer lo que sea y no habrá reprimendas. Y con un simple lloriqueo lo tienen todo, lo que los convierte en auténticos tiranos.

       Luis de la Herrán, psicólogo especializado en infancia, en uno de sus artículos, da las claves para identificar al niño que abusa de sus iguales y pautas de actuación para evitar el bulliyng:

“Poner límites a los niños y saber decirles que no y aguantar la frustración que les genera.
No prestar atención a cosas que no lo merecen, como ignoramos muchas veces el techo del lugar donde estamos. Y si pasa la línea roja castigarlos, pero sin enfadarnos, poniendo una consecuencia negativa que luego se olvida cuando se acabe. "No hay que castigarlos como quien le pone una letra escarlata".

Ser modelos de empatía, tenemos que hacer ver a los otros que entendemos lo que sienten los demás. "Entiendo que estás frustrado", y poner etiquetas a lo que siente la otra persona: tristeza, enfado, vergüenza, dolor...

Hacerles ver el daño que tienen las personas cuando sufren, cómo un niño tiene muchísimo miedo de ir al colegio porque le van a empujar, no le van a dejar jugar, les van a quitar el bocadillo o le van a pegar. Eso se puede hacer con cuentos que explican estas cosas o ahora que están tan al día las tabletas hay juegos y elementos que se pueden usar para que lo comprendan.”

Cuando uno busca en internet “videos de palizas a menores” el número de resultados sobrepasa el millón, es muy lamentable que esos vídeos se mantengan en una herramienta que se encuentra tan al alcance de las manos de esos “acosadores”, como es internet,  y más lamentable es  la existencia de ese  número tan escandaloso de vídeos.
Lo cierto es que alguna solución se debería de tomar frente a esto ¿no? Ya está bien de que se pase la pelota de uno a otro, que si la culpa es del colegio, del agresor, del agredido, de los padres, lo lógico sería buscar una solución que hiciera que todos se implicaran en ellas ¿no les parece? Pues todas estas preguntas unidas a mi curiosidad constante, me llevó hasta el método KIVA.

En Finlandia han sido siempre unos precursores en todo, en inmobiliaria, en temas bancarios y mucho más en educación. Mantienen el sistema educacional más efectivo a nivel mundial ¿lo sabían? Allí la educación es un asunto de Estado de gran relevancia porque determina el futuro de un país (otros países también deberían de tomar nota de esto). De hecho han terminado con el bullying y hoy estoy aquí para contarles como lo han hecho para aquellos que todavía no hayan oído sobre ello:

Quizás lo primero que se pregunten es por qué se llama método Kiva, pues bien no desesperen, el término KiVa surge de la unión de las palabras “Kiusaamista Vastaan” (en finlandés, contra el acoso escolar).
Gracias a este método Finlandia está consiguiendo erradicar el acoso escolar. El Kiva se aplica en el 90% de las escuelas de educación básica, y su éxito es de tal magnitud  que se ha convertido en una herramienta imprescindible a la hora de valorar y escoger cualquier centro del sistema educativo finlandés, tanto para los profesores (todos quieren trabajar en un centro educativo donde se aplica este método)  como para  los alumnos (todos quieren estudiar en un centro educativo donde se aplica este método).
La embajada de Finlandia en Madrid afirma que un 98 por ciento de los 1.000 colegios que colaboraron en el programa en 2009 creyeron que la vida escolar había mejorado significativamente durante el primer año en el que se comenzó a aplicar el método KiVa, algo que confirman numerosos estudios, de hecho, es tal el éxito del programa que el método KiVa ha recibido el Premio Europeo de Prevención del Crimen en 2009.

El método utilizado en el programa KiVa  no se centra en la dialéctica de la confrontación entre víctima y acosador (ni se trata a la víctima para que sea más extrovertida ni se intenta cambiar al acosador para que desarrolle empatía) sino que se basa en la actuación sobre los alumnos testigos que se ríen de tal situación. Es decir, a quién realmente se trata es a esos niños que se quedan mirando como el agresor agrede al agredido sin hacer nada. Se basa en enseñar que no vale mirar hacia otro lado, en enseñar que eso no es gracioso, que la humillación no merece ningún tipo de respeto, aplauso o elogio,  que siempre hay que reprimir este tipo de comportamientos y no vale la actitud de “conmingo no va”.
Si alguno de vosotros habéis leído mis publicaciones  os daréis cuenta que en muchas de ellas siempre acabo hablando de algunas asignaturas que deberían de introducirse en el sistema educacional español. La empatía debería de ser una de las asignaturas obligatorias, junto con la solidaridad y el respeto, todo ello unido a la más grande de las asignaturas necesarias: educación emocional.
Nadie enseña a  estos espectadores que lo que está pasando o lo que están viendo no es para nada normal, y si no se les dice nada, si no se les educa con respecto a ello,  interiorizan que lo que pasa es usual, incluso divertido. Igual de culpable es el agresor que el que consiente esa agresión. 
Alonso de Ercilla decía: “Que en parte ya parece que consiente quien perdona ligera y fácilmente”, o Víctor Hugo en su cita: Entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo consiente, hay cierta solidaridad vergonzosa”.   
Lo que se pretende a través del método es influir en dichos espectadores para que no participen indirectamente en el acoso. Si esto se consigue, el acosador, que necesita de reconocimiento, de aplausos, de risas, de admiración para proseguir con el bullying, deja de acosar porque nadie aprueba su actitud y por lo tanto no obtiene ningún tipo de beneficio con ella.  

¿Cómo lo hacen?
Pues como ya les he comentado y con respecto a la necesidad de determinadas asignaturas en los centros escolares, en Finlandia ya van por delante en esto y a una edad muy temprana. Los alumnos son divididos en unas 20 clases a la edad de 7, 10 y 13 años (según expertos en psicología infantil son las edades claves en el desarrollo del menor) y se les enseña como se identifican las distintas clases de bullying (físicamente, verbalmente, a través de las redes sociales, etc..). Una vez identificado este tipo de actitudes se les enseña el reproche a las mismas y como actuar frente a ellas, esto hace, que se cree una conciencia en ellos desde bien pequeños.

La “asignatura de Kiva” está formada por diez temarios y trabajos que se desarrollan y realizan a lo largo de todo un curso escolar. En ellos se fomentan valores como la empatía, solidaridad, respeto, etc. Todo ello a través de un aprendizaje ameno y divertido para los menores propios de su edad, se usan charlas, manuales, videojuegos, películas, vigilancia en el recreo, incluso se tiene acceso a un buzón virtual que les permite denunciar cuando son testigos o víctimas de algún tipo de acoso escolar.
Además, en toda escuela, el director de la misma, forma un “equipo Kiva” que está formado por tres adultos, con la cualidades necesarias, que se encargan de la detección e investigación de acoso escolar.
Yo creo que este método tiene un potencial elevadísimo. Imagínense si este método se implantara en todas el sistema educacional a nivel mundial. El ser humano tendría inculcado unos principios morales desde temprana edad donde radicaría en una socialización mucho más satisfactoria y justa. ¿qué opinan ustedes? Pinta muy muy bien ¿no?

Eduquen a sus hijos para que reprochen los actos de bullying y eso ya será un gran paso par el futuro de la sociedad.
Feliz fin de semana. 





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