¿Quién quiere superhéroes teniendo un héroe
como el que tenemos en casa? Mi héroe no
lleva capa ni antifaz, no tiene ningún poder extraordinario. Mi héroe ya no es
joven ni alto ni tiene grandes músculos. Mi héroe no sale en televisión. No es
conocido mundialmente. Mi héroe prefiere el anonimato. No quiere que nadie sepa
cuál es su gran virtud. Mi héroe no sale por las noches para acabar con “los
malos”. No tiene un coche multifuncional. No tiene un mayordomo que le prepare
el traje y le arranque el coche. No tiene un superordenador que le permita ver
dónde estamos en cada momento. Mi héroe no necesita nada de eso, mi héroe necesita ver feliz a su familia, y
eso es lo que le hace ser un héroe. Mi héroe.
Un héroe que sigue luchando por nosotras,
levantando con sus manos toda una vida familiar, sin caer, sin desvanecerse, sin rendirse. Un héroe que ha cedido todo su tiempo a favor
de mantenernos, rodeado de féminas que hacían que la convivencia fuera algo más difícil, más difícil para él, por
intentar entendernos, más fácil para nosotras, por esa complicidad que provocaba que lo dejáramos a un lado. Jamás se quejó. Un héroe que jamás reprochó
nada. Un héroe que se amoldó a todas las situaciones, al primer llanto, a las
noches sin dormir, a la primera vez que
montamos en bici, a la primera caída, a nuestra
adolescencia, a nuestros desamores. Consejero de la vida que él ya tenía
recorrida. Inculcador de un gran respeto. Fundador de grandes principios.
Orgulloso de todo lo conseguido. El que hacía que un gran problema se
convirtiera en una situación cotidiana. Un héroe que a pesar de los años
pasados nos sigue mirando con la misma ternura. Un héroe que sigue
cuidando de nosotras. Un héroe enamorado
de su familia, de sus hijas, de sus nietos. Un héroe que ahora se ha hecho
consentidor por los más pequeños de la casa. Un héroe que ha conseguido que, esos
renacuajos, se hayan dado cuenta de que su abuelo es un héroe. Es “el héroe”. Es “su héroe”.
Un héroe que concluye siendo un pilar
fundamental. Un héroe que por su magnitud, su tolerancia, su respeto, su
cariño, su paciencia, su todo, acaba
convirtiéndose en algo más. Por su esfuerzo, por todo su conjunto, por sus
chistes malos, por sus payasadas, por ti papá, por las veces que no te lo digo.
Mi héroe. Mi rey. Mi trocito de corazón. Mi trocito de vida. Feliz día. Te
quiero.
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