miércoles, 9 de marzo de 2016

Voluntad y tiempo. No hay mejor medicina.

Las heridas sanan, sí, sanan, por eso se llaman heridas. Si no pudieran sanarse se llamarían de otra manera. No sé decirles...tendría un nombre más feo ¿no creen?.

La palabra "sanar" va vinculada a la palabra "herida", es como el ying y el yang, como Tom y Jerry, como tú y yo. Y las heridas sanan, sí, ya lo dije antes, lo sé. Pero ¿saben cuándo sanan? ¿Saben cuándo se sabe que ha sanado?  Cuando ya no duele, exacto, cuando uno lo recuerda y lo siente como una anécdota, cuando ya no provoca enfado, ni ira, ni desesperación, ni tristeza, ni enojo, ni nada! Les hablo de las heridas emocionales ¿de qué si no? De esas heridas que no dejan una marca física, de esas que no cicatrizan más rápido con betadine ni agua oxigenada o mercromina. ¿Se acuerdan de la mercromina? Ese líquido que era del mismo color de la sangre y que se ponía sobre la típica herida que nacía en un "pilla - pilla", un partido de fútbol o en el intento de trepar un árbol?

Ese líquido milagroso que hacía que a los dos días ya tuviéramos la pupa deseando que cayera y no dejara marca. Ibas al cole y enseñabas con orgullo tu herida porque la mercromina aún la hacía parecer más grande, más sufrida... Ay la mercromina! entre los besos  de "cura sana" y la mercromina no existía mejor medicina. Con ese pack estaba todo arreglado. Sería fantástico que pudiéramos usar la mercromina para las heridas emocionales ¿no les parece? Agua oxigenada para el corazón por si pudiera desinfectarse de todas las experiencias desagradables que a todos nos toca vivir, y un poco de mercromina para darle color. ¿Por qué no? para eso y para que cicatrice más rápido.
Pero no, no les voy a engañar, las heridas emocionales no sanan con ese tipo de productos químicos. Las heridas emocionales solo sanan con dos cosas. Con dos "utensilios". Uno de ellos depende de uno mismo. El otro es algo externo. Que no podemos controlar. Nadie puede controlarlo. ¿Saben de qué les hablo? Es fácil: voluntad y tiempo.

Lo primero es lo más complicado, no lo duden, lo segundo ya les dije que no depende de ustedes, así que déjenlo pasar.
Es curioso como la voluntad puede ser una gran experta en sanación emocional y sin embargo al ser humano le cuesta mucho hacer uso de ella.

Me imagino a la voluntad allí sentada, al fondo de una habitación, sobre una silla blanca, sí, blanca, sentada, aburrida, de piernas cruzadas, con el codo derecho sobre su rodilla derecha y apoyando la barbilla en el puño de ese mismo brazo derecho en el que ha encontrado el punto de apoyo. Resoplando, esperando que se acuerden de que está allí.
Me la imagino con ropa deportiva....porque imagínense.......cuando tiene que entrar en acción el trabajo es duro y no puede andar con tacones y ropa ajustada que le dificulte el movimiento. Debe de llevar el pelo recogido para que no le moleste, por si tiene que salir pitando hacia una complicada situación. Expectante ante cualquier sensación negativa, precavida, observadora.....tiene que estar preparada y los tacones no son un buen aliado para ello.

¿Se imaginan?  ¡¡¡de pronto, una herida emocional!!! De esas qué dices: ¡¡Ay madre!! !!se me ha caído hasta el alma!! y allí se encuentra la voluntad, pensando: que me llamen a mí! que me llamen a mí!!. Intenta codearse con el resto de "colegas" que se encuentran por allí merodeando, en el apasionante mundo de "la emoción", intentando llegar la primera, con su pelo recogido y su ropa deportiva, no mira atrás, avanza, avanza, empujón por aquí, empujón por allá, pero no llega. ¡Lo intenta pero no llega!!. Han llamado a la tristeza, a la autocompasión, la impotencia, la presión, el resentimiento, la ira, el enfado, el llanto, y bla bla bla, todos juntos! y a ella nadie, nada, ni un intento, ni un: -Señora voluntad, acuda a recepción, por favor. (cómo cuando se escucha en el supermercado). Y la voluntad, allí, desolada, indignada, mirando con decepción a tod@s ell@s, con resignación, cabizbaja,  se da la media vuelta, se vuelve a su silla y se vuelve a cruzar de piernas. Al día siguiente lo mismo, y al siguiente y al siguiente, hasta que un día, de pronto, ve que todo "el equipo" del primer día regresa,  y esa es su oportunidad, con total energía se vuelve a levantar, alza los brazos gritando: estoy aquí!!! eooo! estoy aquí!!! y nada...nada de nada de nada.

Hasta que un día, estando la voluntad medio dormida, oye un "toc toc" que la reclama, ¿será que por fin me llaman? ¿será que ya me toca? - piensa ella! es mi turno!!! y comienza su momento de actuación, su protagonismo, ¡su gloria! Es el momento de demostrarle al resto que ella es la clave para la sanación emocional, y comienza una lucha cara a cara, contra la tristeza, la ira, el enfado, todos aquellos que hace unos días le adelantaron en el camino, pero hoy, en ese momento, ella se ha colocado en el primer puesto, se encuentra por delante y no piensa dejar que nadie la vuelva a dejar atrás. Se tiene que mantener ahí, en su sitio, y entonces es cuando apareces tú. ¡Si, tú!, el verdadero protagonista de todo esto. Cuando te das cuenta que la sensación es mucho mejor cuando le pones voluntad que cuando le pones victimismo. Es mucho mejor cuando le pones voluntad que cuando le pones autocompasión. Es mucho mejor cuando le pones voluntad que cuando le pones cualquier otra cosa. Y cuando ves que eso es así, que la vida sigue, que el tiempo pasa y que tienes una voluntad que vale su peso en oro,  es cuando la herida empieza a sanar y ya no importa, da lo mismo, da igual que venga incluso el recuerdo porque ya no provoca nada, no consigue nada, la voluntad está ahí y es ¡tan grande! ¡tan magnífica! ¡tan todopoderosa!! que hace incluso que el tiempo pase mucho más rápido. Y ahora que ya está todo totalmente sanado, me la vuelvo a imaginar,  ahora sí, con unos tacones y un vestido ajustado, perfectamente bella, con el pelo suelto, triunfante, con una copa de vino donde se encuentra sumergido parte de un reserva de Félix Azpilicueta, y unos cuántos bombones de chocolate con leche y arroz inflado, que me gusta  a mí la combinación del chocolate y del vino (he de confesar que me chifla más la del chocolate con coca-cola, aunque este último es mejor para los domingos de sofá), y allí está, ¡más guapa que un sol! y es que acaba de percatarse de que la estoy mirando y me sonríe, con ternura, mientras me guiña un ojo. Buen trabajo. Hemos hecho un buen trabajo, ahora a descansar.

Y ya les dije, que entre la voluntad y el tiempo las heridas emocionales acaban convirtiéndose en recuerdos que se pueden recordar sin que molesten. Deje que el tiempo pase a su ritmo, usted no lo puede controlar, póngale voluntad que eso sí depende de usted y verá como es una de las mejores medicinas. 

1 comentario:

  1. Es asombrosa la capacidad que tienes de emocionar y, siempre, fuera de estereotipos.
    ¡¡Mis más efusivas felicitaciones!!

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